LETRAS

MIERDA

El uso de la palabra MIERDA es una cuestión de educación, ya que nadie puede negar que la usamos para múltiples circunstancias relacionadas con muchísimas cosas, por ejemplo:

* Ubicación geográfica: "Andate a la mierda"
* Adjetivo calificativo: "Sos una mierda"
* Momento de escepticismo: "No te creo ni mierda"
* Deseo de venganza: "Lo voy a hacer mierda"
* Accidente: "Se hizo mierda"
* Efecto visual: "No se ve una mierda"
* Sensación olfativa: "Huele a mierda"
* Deseo de despedirnos: "Váyanse a la mierda"
* Especulación de conocimiento: "¿Qué mierda es eso?"
* Momento de sorpresa: "¡A la mierda!"
* Actitud de resentimiento: "No me regaló una mierda"
* Sensación gustativa: "Esto tiene gusto a mierda"
* Acto de impotencia: "No anda esta mierda"
* Deseo de ánimo: "Apurate con esa mierda"
* Situación de desorden: "Todo está hecho una mierda"
* Rechazo despectivo: "Qué se cree la mierda esa"
* Situación alquimista: "Todo lo que toca se vuelve mierda"

¿Cómo nos arreglaríamos sin esta palabra?

ROBERTO FONTANARROSA

Nota: Cuando alguien se va deja un espacio vacio que puede llenarse con su recuerdo. Gracias por tus recuerdos, Negro.

MÚSICA (Video)

SUEÑO STEREO
Por: Fernando Candeias

Parecía que iba a ser un té para tres, pero no quedó sólo en eso. En 1982 Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti comienzan a darle vida a Soda Stereo. Dos años después presentan su primer disco, no demoraron ni un segundo en convencer al público sobre ese juego de seducción que ellos mismos proponían.

En 1986 aparece su nuevo álbum, el segundo; lo presentaron en el estadio de Obras Sanitarias y ya Soda Stereo iba en camino. Proponía el rito, el mismo que los identificaría a lo largo de la historia del rock nacional (término que Gustavo Cerati odia utilizar).

Seguían, poco a poco, trabajando refugiados sobre el diván de la inspiración. Tanto es así, que en 1987 México les abre sus puertas para que 36 mil personas los escuchen, a lo largo de once conciertos. Ese fue el puntapié inicial para que el mundo haga un zoom y conozca a Soda Stereo.

Podrían, tranquilamente, estar paseando por Roma, pero el destino fue otro. En 1988 graban “Doble Vida”, en Nueva York y con la producción artística del guitarrista Carlos Alomar, quien trabajó con John Lennon, Paul McCartney, Mick Jagger, David Bowie y James Brown, por citar algunos.

Eran, sin saberlo, un ángel eléctrico. Sin sobresaltos llegaron, en 1989, a superar el primer millón de placas vendidas. Con el tiempo, el público se iba convenciendo de una frase clara y certera “no necesito verte (para saberlo)”. Soda Stereo toma la ruta que los conducirá a quedar en la historia de las bandas argentinas más reconocidas.

A mediados de los 90 registran, en Miami, su sexto álbum “Canción Animal”. El año 91 los encuentra finalizando “La gira Animal”. La primera mitad de 1992 transcurre con shows en los estadios de las principales ciudades argentinas. En 1993, luego de varias giras y conciertos, y de 10 años juntos, deciden tomar distancia. Cuando pase el temblor, volverán a juntarse. Cae el sol, se mezcla con una maravillosa luna roja y ese corazón delator, que no para de bombear, hace que Soda Stereo se vuelva a unir. Fue en 1994 cuando, lentamente, comienzan a idear “Sueño Stereo”. Tras el exitoso disco, lanzado el 29 de junio de 1995 y convertido en disco de platino a tan sólo 15 días de su edición en Latinoamérica, realizan una existosa gira por América, hasta marzo de 1996.

Luego de esa secuencia inicial, que permitió generar un envión eterno, deciden en 1997 separarse y realizan el 20 de septiembre, en River Plate, su último concierto. Gustavo Cerati arengó: “¿Están preparados para una noche larga?”. El estadio se unió en un sólo grito: ¡¡¡SODA STEREO!!!

Llegó el final, con otra propuesta: “Tengo una buena canción para cantar ¿a ver?” y ahí comenzó el principio del fin… “De aquel amor, de música ligera… nada nos libra, nada mas queda… ¡NADA MAS QUEDA!”. Ahí se mezclaron en una gran ensalada de historia, la batería de Charly Alberti, con el bajo pícaro de Zeta Bossio y esa guitarra de Gustavo Cerati que no paraba de hablar. “No solo no hubiéramos sido nada sin ustedes, sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo, algunos siguen hasta hoy… ¡¡¡GRACIAS TOTALES!!!”

Ese fue el fin. El principio comienza en octubre. Soda Stereo… “Me veras volver”.

Fuente: Sodastereo.com



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Frases de cabecera

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.

Pablo Neruda

Lugares

VENECIA
Por: Fernando Candeias

Venecia (Italia) es un lugar para soñar. Tiene un área de 550 km2 (área de la Laguna Véneta). Posee alrededor de 320.000 habitantes.

El idioma oficial es el italiano aunque en las calles se habla veneciano o véneto, el dialecto de la zona. El paisaje es muy bonito, el agua lo determina todo, pero tal vez lo más curioso de esta ciudad sea el silencio. Silencio que proviene de la ausencia de coches, colectivos y vehículos en general, sólo se escucha el ruido del agua chocando contra los muellos movida por las embarcaciones. Las construcciones en Venecia también son muy curiosas, su técnica constructiva es fruto del empirismo y la sabiduría tradicional.

Letras

"LE DI EL PÉSAME A PERÓN, CUANDO FALLECIÓ EVITA"
Por: Fernando Candeias

Vivió en Buenos Aires mucho tiempo aunque su lugar era Casilda, Santa Fé. Le dedicó más de 30 años al Hospital Finochietto, de Avellaneda. Allí fue enfermera del sector de neonatología. Soltera, sin hijos y con un corazón enorme.

Ilda Lorgna tiene 81 años, su mente guarda cada una de sus vivencias, las recuerda como si hubiesen pasado hace instantes. Desde las notas que se sacaba cuando cursó la carrera de enfermería en la Cruz Roja Argentina, hasta los nombres de sus compañeras de trabajo. “Todo esta guardado en la memoria”, como diría León Gieco en su poesía musical, La memoria.

Pasa cada día entre sus plantas, sus siestas y cada historia radial de los camioneros que recorren las rutas, en una región que se caracteriza por la producción agrícola, en la que predominan los cultivos de soja, trigo y maíz.

Su admiración la envuelve cuando cuenta, con orgullo, una experiencia que recordará por siempre: “Yo le dí el pésame a Perón, cuando falleció Evita”. Esa historia, real, digna de un libro, hace brillar los ojos de quienes la escuchan. “En representación de la Cruz Roja participamos, junto con mis compañeras y compañeros, del velorio de una mujer magnifica”, cuenta Ilda y su mirada se ilumina, “en ese ir y venir de gente llegué hasta la sala donde descansaban sus restos, me acerqué al General Perón y le di el pésame, estaba muy dolido”. "Evita realizó mucho por la salud y siempre cumplió con el hospital", cuenta orgullosa Ilda.

Se preocupa en cada momento por ser servicial. No puede dejar de hablar, de contar historias, anécdotas; la medicina la apasiona.

Taurina de raza, te entrega el corazón o “te hace la cruz”, sin matices. Cuida de sus margaritas con el mismo amor que cuidaba a esos “hijos” que la vida le prestaba por un rato, solo por un rato… pero que recordará por siempre.

Esas tardes de Casilda, ciudad de unos 33 mil habitantes, se llenan de recuerdos. Su casa, anteriormente fue de sus padres, está llena de fotos de sus sobrinos-nietos, sus hermanas y hermanos, alguna que otra de sus abuelos; muchos dibujos (con dedicatorias), peluches. Está sola, pero en realidad no lo está.

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Juan, el feliz

Por: Leandro Monnittola

No dice la verdad, se nota. No miente. Se hace el boludo. Dijo que los diarios los necesitaba para el fuego del asado, que iban a ir sus sobrinas. Justo se estaba yendo, y ya que estaba por ahí, los acovachó en la parrillita de atrás de la bicicleta descuajeringada esa que tiene. Nadie le preguntó nada, pero él quiso explicarlo, como un ladrón pidiendo clemencia. Juan se embarró solo. Le pasa por buen tipo, tanta disciplina le pone a su trabajo que intenta fundamentar hasta las cosas que se pasan por alto, y la embarra.

Renguea. Después de estar 20 años trabajando en el frigorífico nunca se le ocurrió visitar un hospital. Así quedó: lo agarra un día de humedad y le duele todo. Pero nada impide que cumpla con su trabajo. Es una especie típica de Argentina, aunque hoy quedan pocos. Juan es un todoterreno de las changas. Hace lo que hay que hacer. Corta el pasto, levanta paredes, poda los arboles, pinta. De todo un poco. Cuenta con la habilidad y la vagueza de utilizar sólo dos elementos, la tenaza y el alambre.

Barba descuidada y frondosa, blanca y al estilo Bin Laden. Gorro con la visera bien recta y una ropa vieja y conocida. Si, conocida: se dice que la misma ropa vino a trabajar más veces que él.

La edad es un misterio. Menos de sesenta, imposible. Evangelista hasta para rascarse, nombra a Dios en cada sorbo, pitada o respiro. Se ve que la pasó mal. Juan sufrió el hambre, ese que no se cuenta, que se tiene que vivir, el del dolor de estomago, el que te impulsa a robar o pedir, cosa que nunca hizo. Épocas jodidas fueron las del noventa en el sur del gran Buenos Aires. Textiles, frigoríficos y distribuidoras todas cerradas. Todas quebradas. La gente a la calle, a hacer lo que había que hacer, y Juan lo hizo.

Desde que dejó de trabajar con las reses y los cajones de Coca-Cola, donde se adjudica que levantaba cuatro al mismo tiempo, fue casa por casa. Algunas veces tuvo suerte, otras no. Le pasaba lo mismo que hoy. Cuando va con su bicicleta y el ruido a lata enuncia su camino, más de uno se aleja, más de uno se refugia y, seguramente, mas de uno no lo entiende.
Dedicado. Parece que se abstrae en cada cosa que hace. No se distingue si se concentra o divierte. Es igual, al tipo le encanta trabajar, sólo quiere eso. No importa si el árbol es alto, hacia allí va. Nunca le interesó si la maquina no funcionaba al máximo, cortó el pasto. A veces es excesivamente optimista. Pero por algo es. No escucha la mirada de los otros. El relego estúpido, el de la pinta, el del negro o el chorro. Él es lo que puede ser, y sobre todo, es feliz con eso.

Frases de cabecera

¡FELICIDADES, EN SU DÍA, A TODOS LOS MAESTROS!

Hay dos tipos de educación, la que te enseña a ganarte la vida y la que te enseña a vivir.
Antony de Melo


Los discípulos son la biografía del maestro.
Domingo F. Sarmiento

La facultad del quejoso

Por: Karina Deschamps

No es cosa nueva. Quejarse de la vida es un quehacer cotidiano. Uno recorre su camino insatisfecho, expresando en un mínimo gesto o comentario esa sensación de ingratitud y disconformidad que suele brotarnos por los poros desde que nos levantamos a la mañana para ir al trabajo o a la universidad hasta cuando estamos de vacaciones y las cosas no resultan como las planeamos. ¿Qué nos satisface? Nada. Todos, absolutamente todos, tenemos voz y voto para quejarnos. La rutina, el trabajo, la plata, innumerables asuntos se transforman en lugares comunes en cuestión de minutos. Me canso, me cansan, todo nos cansa sin darnos cuenta. Todo nos cansa hasta que ya no está. Hasta que el grito de súplica es escuchado y esa agonía realmente se esfuma. Pero, curiosamente, aparece otra vez la queja por lo que ya no está. Aparece el lamento, el sollozo, la culpabilidad, la nostalgia. Infinidad de sentimientos que nos vuelven a torturar. Nuevos disparadores de quejas que se retroalimentan.

Ingratos por naturaleza. No encuentro otra definición más apta para describir lo que la mayoría de los hombres somos. Y cuando digo “somos”, me estoy incluyendo. No tomo esto como un cuaderno de apuntes ni mucho menos, sino como un modo de dejar en manifiesto que estamos ciegos, que somos incapaces de dar el visto bueno. Mejor dicho, somos incapaces de renunciar al típico "por qué a mí", para replantearnos, en cambio, "por qué a él". Algunos catalogarán este texto como apocalíptico u algún que otro adjetivo. Adelante, el libro de quejas aún está abierto.

Nota: La siguiente publicidad es un ejemplo de por qué deberíamos reflexionar sobre esto


Al que madruga... Dios lo ayuda

Por: Barbara Gallego

Caminar por las veredas de Buenos Aires a las siete de la mañana es toda una travesía: hay que esquivar las mangueras para no tropezarse, saltar charcos de agua, bajar a la calle para que no te mojen o te barran los pies. La vida de los 75.000 porteros (perdón, encargados de edificio) de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires es privilegiada. Además de cobrar un sueldo promedio de mil pesos, reciben una recompensa: no pagan alquiler, luz, gas, teléfono y tienen gratis la televisión por cable.

Son el Gran Hermano de cada edificio. Controlan llegadas y salidas de los habitantes de cada departamento, intentan pasar desapercibidos, pero siempre están en el lugar menos oportuno. Se reúnen con los encargados vecinos y se cuentan los amoríos del edificio, las peleas entre vecinos, llegadas a la madrugada, cuentas de servicios impagas y vaya saber uno cuántas otras cosas más…Son una especie de Jorge Rial y Viviana Canosa.

Ser encargado de edificio es un trabajo que muchos desearían…Su labor empieza a las siete de la mañana (quizá antes), barren un poco el piso, después abundante agua y la vereda perfecta. Si tienen un poco de tiempo pueden repasar los vidrios del palier, o sino, ir piso por piso manejando ese aparato silencioso llamado lustradora, hasta que se haga la hora del almuerzo. Un poco de tele, siesta y a las cinco de la tarde hay que volver a custodiar quién entra, quién sale y comentarlo con los amigos porteros. El karma de cualquier encargado es tener que cambiar un cuerito de alguna canilla, acompañar al fumigador una vez al mes, o un pedido improvisto de algún vecino “molesto” que requiera de su trabajo.

Hoy la prioridad de los encargados es pensar en desparramar CV en edificios nuevos. Es que aparte de la extensa lista de beneficios que ya tienen, ahora se les sumó otra más: Según una ley aprobada por la Legislatura porteña, aquellos que trabajen en un inmueble a estrenar, el departamento que sea destinado para ellos, deberán tener como mínimo una sala en común, dos dormitorios, baño, cocina y una superficie mínima de 40 metros cuadrados. Hasta ahora, la norma fijaba un mínimo de 30 metros y un dormitorio.

Los encargados de edificio están con suerte, además de lograr el aumento salarial del 18, 5 por ciento el año pasado, ahora obtuvieron un departamento con más comodidades. Y está perfecto.
Se lo ganaron en buena ley, porque al que madruga, Dios lo ayuda.

Museo de la pasión boquense

Por: Fernando Candeias

Según la vigésima segunda edición del diccionario de la lengua española la palabra museo tiene diversas acepciones: “Lugar en que se guardan colecciones de objetos artísticos, científicos o de otro tipo, y en general de valor cultural, convenientemente colocados para que sean examinados o “Lugar donde se exhiben objetos o curiosidades que pueden atraer el interés del público, con fines turísticos”.


El Ajax de Holanda tiene un museo que resume toda su historia en el corazón de su magnífico Ámsterdam Arena. El Manchester United, club con mayor cantidad de socios del mundo, posee un predio que encierra toda su tradición. El Barcelona y el Real Madrid, los clubes más importantes de España, muestran orgullosos todos sus trofeos en vastas vitrinas repletas de leyendas y mitos. Boca Juniors se encasilla dentro de los clubes más grandes del planeta, y también tiene el suyo.

En Brandsen 805, debajo de la tribuna que da hacia el riachuelo se encuentra el Museo de la Pasión Boquense, uno de los lugares que el hincha no puede dejar de visitar. Allí podrá encontrar pequeños y grandes recuerdos muy significativos que forman parte de la historia Xeneize.

Todos y cada uno de los futbolistas que jugaron al menos un partido en la primera división, a lo largo de la historia, desde 1931 (año en que se inicia la era profesional en el fútbol argentino) hasta el 2001; desde Roberto Mouzo con 426 partidos en primera división, hasta Julio Cesar Alcorsé quien estuvo en Boca por espacio de 1 año y jugó un solo partido. Todos absolutamente todos, inscriptos en un mural. Con su nombre, apellido, foto, año del debut y partidos jugados.

Son más de 3000 estrellas las que están ubicadas en uno de los paneles del Museo de la Pasión Boquense. “Los socios fundadores tienen una estrella con su nombre que queda para siempre en una de las paredes; donde late la pasión, la historia, el presente y el futuro” comenta un guía del lugar a un turista Colombiano. Entre los diferentes nombres que se dibujan, llama la atención los de algunos hinchas: Ubaldo Rattin, Antonio Roma, Nicolás Novello, Diego Armando Maradona, entre otros. Futbolistas que, literalmente, jugaban por la camiseta. También está presente alguien que no podía ser ajena a la estrella y a la historia azul y oro, María Ester Duffou mas conocida como La Raulito.

Los colores, a lo largo del recorrido, se pueden ver en el rincón auspiciado por Nike, la firma que viste al club. Un total de 29 camisetas. Para todos los gustos y edades: La primera que se utilizó, en abril de 1905 y la última, antes de adoptar los colores definitivos. El conjunto utilizado por única vez durante la final de la Copa Libertadores de América de 1977 contra el Cruzeiro de Brasil en Montevideo. La indumentaria que vistió a Boca en el partido de ida de la Copa Intercontinental ante el Borussia Monchengladbach alemán en 1978. El modelo presentado por Nike en 1998 en el cual se agranda la banda amarilla hasta los 33 centímetros y aparece la tela “Dri-fit” como novedad anti-transpiración.


Un cine con forma de pelota gigante es el pasaporte para cumplir un sueño, fugaz por cierto, que dura 8 minutos y medio. Seis pantallas proyectan la sensación única de jugar un partido en el estadio Alberto J. Armando. “Sos un jugador mas, estas a punto de salir a la cancha. Periodistas, camarógrafos, fotógrafos, relatores están todos pendientes de vos“, comenta el locutor. La cancha explota de papelitos, los cánticos envuelven la escena y el espectador se transporta al césped de la bombonera. Un sonido surround y una calidad fílmica inigualable hacen que el primer cine proyectado en 360° en sudamérica sea una de las principales atracciones de museo.

“Nos visitan un promedio de 500 personas por día, más de 100.000 al año. En su mayoría colombianos, ecuatorianos, venezolanos, peruanos, mexicanos, brasileros y chilenos; hemos tenido también españoles, ingleses, panameños, hondureños e italianos”, explica Mario Lizaso uno de los encargados de relaciones públicas del Museo de la Pasión Boquense.

Todos los años en los cuales Boca obtuvo un campeonato, desde el amateurismo hasta el 2000, están contemplados en una línea de 72 monitores, tres por cada campeonato. Uno muestra las imágenes del equipo en su camino al título, otro los acontecimientos más importantes de Argentina y el último los hechos más relevantes en el mundo en esa época.

Dentro de los objetos más relevantes que tienen que ver con la historia del club se encuentran: la piedra fundacional (colocada en el estadio en noviembre de 1938), el libro oficial de la gira europea de 1925 (con telegramas y artículos). La camiseta de Pelé, que intercambió con Antonio Rattin a mediados de la década del 60, cuando Boca enfrentó al Santos. El trofeo del primer campeonato de la era profesional. Una de las últimas piezas agregada al museo es una de las joyas más llamativas. Se trata de la guitarra realizada por el Luthier Rodolfo Pensa Martinelli, exclusivamente con los colores de Boca, para el recital que brindó Lenny Kravitz en marzo del 2005 en la bombonera, con motivo del centenario del club.

Desde el más veterano, amante del gran “Toto” Lorenzo, hasta el más joven, que venera a Carlos Bianchi, tienen un lugar común para sentir la alegría y la nostalgia. Esa misma que alguna tarde, desde una tribuna, los hizo movilizar para gritar un gol con la garganta… o llorar una derrota, con el corazón.

Fotos: Fernando Candeias


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